martes, 30 de septiembre de 2008

LA LLAVE DEL TIEMPO

    Otra noche más, mis padres tenían que salir para otra de sus reuniones de trabajo. De nuevo mi abuelo se iba a encargar de cuidar de mí y de vigilar que no me fuera demasiado tarde a la cama.


 

    Ya había cenado y mis padres me mandaron arriba para que me lavara los dientes, mientras daban a mi abuelo como siempre las últimas instrucciones:

  • No dejes que se quede hasta tarde viendo la televisión, que no se acerque a la consola, ya sabe que entre semana lo tiene prohibido. A ver si por una vez consigues que deje su cuarto recogido antes de meterse en la cama. – Una vez más mi madre con la misma cantinela.
  • No te preocupes, antes de las 11 estará metido en su cama y durmiendo como un angelito. – Le respondió con aburrimiento mi abuelo.


 

Mis padres estaban en plena campaña política, y ahora prácticamente todas las noches tenían un mitin en alguno de los pueblos de alrededor. Yo odiaba la política, no entendía muy bien lo que realmente significaba. Para mí era algo muy malo si ello representaba que mis padres pasaran tantas horas lejos de casa y de mí.


 

Mi madre subió para despedirse. – Buenas noches cariño, haz caso a tu abuelo y ya sabes, a la cama pronto que mañana hay colegio.


 

  • Vale mama, no te preocupes. ¿Vais a venir muy tarde?- Todas las noche la misma pregunta y una vez más mi madre me respondió que "todo esfuerzo era poco si se trabajaba por el bienestar de la comunidad".


 

A mi edad me importaba poco la comunidad, lo único que entendía es que otros niños estaban en casa con sus padres, hablando, viendo la tele o jugando con ellos. A mí me quedaba mi abuelo. El pobre tenía mucha paciencia conmigo.


 

Mis padres se despidieron de nuevo con un grito de buenas noches desde el pie de la escalera. Y a continuación un portazo y el ruido de su coche al salir del porche.


 

  • Bueno, ¿que te apetece que hagamos esta noche campeón? – Me preguntó mirándome a los ojos con un poco de tristeza y mucho cariño.
  • Lo dejo en tus manos abuelo. No estoy de humor para improvisar. – le respondí con indiferencia y aburrimiento.
  • ¡Oye, que te parece si te cuento una historia! – por primera vez mi abuelo le puso entusiasmo a sus palabras desde que había entrado en casa esa noche.
  • Abuelo…… ¡que ya estoy un poco mayor para cuentos! – Le respondí con segundas.
  • No me refiero a un cuento de fantasía, me estoy refiriendo a una historia increíble. Es una historia que una vez me contó un desconocido un día que, aburrido en el parque, estuvo compartiendo conmigo el mismo banco. Nunca más volví a saber de él y nunca más hemos vuelto a coincidir en el parque de nuevo.
  • ¿De que va la historia, abuelo? – Le pregunté sin un verdadero interés, solamente por no demostrarle que la verdad el cuento me importaba poco. Lo que quería es que el tiempo pasara rápido, que mis padres volvieran a casa y que mi abuelo se fuera con su cuento a otra parte.
  • La historia habla de una llave misteriosa, un verdadero tesoro, la única con la cual SE PUEDE CONTROLAR EL TIEMPO.- Me respondió mi abuelo abriendo los ojos, gesticulando a la vez y con una voz de misterio.


 

Aunque él creía lo contrario, todavía no había conseguido captar mi atención. – ¡Venga ya, abuelo! ¿No me digas que me vas a contar la historia de Indiana Jones?


 

  • No, no es una película, es una historia real. Si quieres te la cuento, o ¿prefieres leer un rato? – Me lanzó una sonrisa risueña, pues mi abuelo sabía que leer no era uno de mis fuertes.


 

Así que por eliminación le conteste – Vale abuelo, cuéntame esa historia tan increíble, soy todo oídos.


 

- No es increíble, es real.- Y procedió a sentarse en la cama junto a mí y a relatarme la historia:


 

Existe algo maravilloso que es distinto para cada ser vivo, y que a la vez puede ser igual para todos. En función de lo que disfrutas y lo intensamente que vives, puede pasar volando o se puede hacer eterno. Cuando nos hacemos mayores, pensamos mucho en todo lo que hemos vivido, en como lo hemos vivido y en como el tiempo nos ha pasado factura. Cuando eres joven sólo quieres que el tiempo pase rápido para ser pronto mayor para todo. Esperando a ser mayor, no disfrutas de ser niño.

La vida puede transcurrir en un segundo y un segundo se puede hacer eterno. El tiempo mide nuestra vida, pero nosotros decidimos como queremos vivirla. Quien controle su vida, tendrá la llave del tiempo y conseguirá ser feliz.


 

Me quedé mirando a mi abuelo, y me di cuenta que con mi rabieta de por qué mis padres no estaban en casa conmigo, no estaba disfrutando de mi abuelo, él había tenido mucha paciencia conmigo, algún día mi abuelo se iría y ya no estaría conmigo y yo no había sabido disfrutar de todo lo que representaba tener a mi abuelo conmigo.


 


 


 

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