martes, 30 de septiembre de 2008

LA BIBLIOTECA

He quedado con Elisa en la sala de audiovisuales, me ha alcanzado a medio camino de la clase de ciencias y, sin que Víctor se diera cuenta ha dejado caer un papel en mi mano,


 

  • Nos vemos en la sala de Audiovisuales después de Ciencias. Asegúrate de que no te siga nadie.


 

No entiendo que es tan importante que no pueda esperar al final de las clases. Y tampoco puedo entender porque me ha citado a solas, cuando Elisa sabe que no voy a ninguna parte sin Víctor. Me ha costado poner en marcha todo mi ingenio para poder despistarlo. No sé como voy a explicarle luego porque me he saltado la clase y donde diablos se supone que me he metido.


 

Y después de todo el esfuerzo, aquí estoy en Audiovisuales, y ni rastro de Elisa. Unos alumnos de tercero ocupan las últimas mesas del fondo de la sala, parece más bien que están quedando para alguna fiesta, que trabajando en algo. Susurran entre ellos y de vez en cuando dirigen la mirada hacía mí. Al fin se deciden por recoger todos sus trastos y trasladar la reunión a otra parte.


 

    Hasta que no han abandonado la sala, no me he dado cuenta que es raro que no haya nadie de vigilante, normalmente es la Sra. Sueca quien está a cargo de que nadie se salte las normas y abandone la sala sin dejar constancia en el registro de préstamos.


 

    Concentrado en el tema, noto de pronto algo raro detrás de mí, como un calor, y veo una sombra por el rabillo del ojo. Sorprendido me giro de golpe. No puedo creerlo, junto a mí está Elisa mirándome con una sonrisa.


 

  • ¿De dónde demonios has salido? – Le pregunto casi gritando sin poder evitarlo, pues no he podido recuperarme todavía de la sorpresa.
  • Salir... ¿qué quieres decir con salir? Hace un buen rato que estoy aquí. – Me responde con una amplia sonrisa.
  • No me cuentes historias, llevo varios minutos esperándote y en la sala solo estaban el grupo de los "estudiosos"; -le dije yo con un poco de sarcasmo. - No sé a que estas jugando y a que viene todo esto.
  • Está bien…. quiero enseñarte algo.


 

Elisa coge mi mano y tira de mí hacia una de las estanterías de la pared de la izquierda. Es una de las que contiene los volúmenes más antiguos.


 

  • Hace unos días la Sra. Benet nos pidió que hiciéramos un trabajo de Historia. Necesitamos consultar algunos manuales que no están todavía digitalizados. Buscando entre estos, me llamó la atención uno de ellos. – Se acercó hasta uno de los libros más antiguos, uno de un color brillante, en lugar de amarillento y descolorido como los de su alrededor.
  • Al tirar de él, no pude articular ni palabra.- Continuó Elisa a la vez que cogía el libro por el lomo, de pronto la estantería se desplazó hacia dentro dejando un hueco por él que era posible acceder hacia un pasillo.
  • ¿A dónde conduce? - Le pregunté sorprendido.
  • ¡No te lo vas a creer! ¡Ven conmigo!- Tiró de mí y nos introducimos hacia el pasadizo.


 

No podía ver nada, estaba completamente oscuro. Se notaba que Elisa conocía el camino, iba delante con decisión y seguridad.


 

De pronto creo que llegamos a lo que era el final del túnel, una inmensa sala completamente iluminada y con todas las paredes repletas de libros y pergaminos. Los techos muy altos. Nunca había visto algo tan grande, era imposible que algo así estuviera en el instituto y no me hubiera enterado antes.


 

Tenía miedo hasta de hablar, estiré de la mano de Elisa, ella se giró para mirarme a los ojos. - ¿Dónde estamos Elisa? – Le pregunté casi en un susurro.


 

- No te lo vas a creer, Arturo. Creo que estamos en la Biblioteca de Alejandría.


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 

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